lunes, 13 de julio de 2015

MOVIMIENTOS SOCIALES





REVOLUCIÓN DE 1905

El malestar se adueñó de Rusia tras la pérdida de Port Arthur. El 9 de enero de 1905, un sacerdote llamado Georgi Gapón condujo a unos doscientos mil obreros, entre hombres, mujeres y niños, hasta el Palacio de Invierno de San Petersburgo para pedir al zar mejores condiciones de trabajo. Mientras cantaban “Dios salve al zar”, la Guardia Imperial abrió fuego sobre ellos y mató a varios centenares. El suceso ha pasado a la historia como el “Domingo Rojo”.
El país se hundía en la anarquía, con huelgas salvajes, pogromos, motines y asesinatos de industriales y terratenientes. Los activistas socialdemócratas formaron sóviets (consejos obreros) en San Petersburgo y Moscú, de demostrado éxito: el sóviet de San Petersburgo, dominado por los mencheviques de León Trotski, declaró una huelga general que paralizó el país en octubre.

PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y REVOLUCIÓN DE FEBRERO

La intervención de Rusia en los Balcanes convirtió al país en protagonista principal de la Primera Guerra Mundial, iniciada en 1914. Pero la campaña rusa fue mal desde el principio. Entre 1915 y 1918, el escenario bélico se localizó en la frontera occidental de Rusia y a menudo en territorio enemigo. Gran parte de los combates se libraron contra los austrohúngaros en Galitzia, más que contra los alemanes, que no consiguieron penetrar considerablemente en territorio ruso hasta 1918, cuando ya habían muerto unos dos millones de soldados rusos y Alemania controlaba Polonia y gran parte de la costa del Báltico, Bielorrusia y Ucrania.

REVOLUCIÓN DE OCTUBRE

El Gobierno provisional anunció elecciones generales para noviembre de 1917 y la guerra prosiguió a pesar del deterioro en la disciplina en el Ejército y de las peticiones populares de paz. El 3 de abril, Lenin y otros bolcheviques exiliados volvieron a Petrogrado por los Países Escandinavos en un vagón de tren sellado del Ejército alemán. Aunque se hallaban en clara minoría en los sóviets, estaban organizados y comprometidos. Ganándose muchos partidarios con peticiones de “paz, tierra y pan”, creían que los sóviets enseguida se harían con el poder. Pero una serie de manifestaciones masivas violentas de julio (los “Días de Julio”), inspiradas por los bolcheviques, no tuvieron el completo respaldo de los sóviets y fueron sofocadas. Lenin huyó a Finlandia, y Alexander Kerenski, un moderado, se convirtió en primer ministro.

GUERRA CIVIL

El Gobierno soviético introdujo enseguida medidas severas. Redistribuyó la tierra y la entregó a aquellos que la trabajaban, firmó un armisticio con los alemanes en diciembre de 1917, y creó su propia policía secreta, la Cheka. Trotski, que entonces era comisario militar, fundó el Ejército Rojo en enero de 1918. En marzo, el Partido de los Bolcheviques pasó a llamarse Partido Comunista y trasladó la capital rusa a Moscú.




COMUNISMO DE GUERRA

Durante la Guerra Civil, un sistema llamado Comunismo de Guerra sometió todos los aspectos de la sociedad al objetivo de la victoria. Así, se impusieron nacionalizaciones radicales en todos los sectores económicos y un estricto control administrativo ejercido por el Gobierno soviético, a su vez controlado por el Partido Comunista.
El Comunismo de Guerra también fue una forma de ingeniería social para crear una sociedad sin clases. Muchos “enemigos de clase” fueron ejecutados o enviados al exilio, lo que conllevó funestas consecuencias económicas. Las requisas forzosas de alimentos y la hostilidad hacia los agricultores más importantes y eficientes, sumadas a la sequía y a un colapso de las infraestructuras, condujeron a la Gran Hambruna de 1920-1921, que causó entre cuatro y cinco millones de muertes.

NUEVA POLÍTICA ECONÓMICA

Lenin sugirió un compromiso estratégico con el capitalismo. La Nueva Política Económica (NEP), adoptada por el X Congreso del Partido en 1921, siguió vigente hasta 1927. El Estado siguió poseyendo las “bases dominantes” de la economía (la industria pesada, la banca y las comunicaciones) pero permitió un resurgir de la iniciativa privada. La producción agrícola mejoró a medida que los kulaksconsolidaban sus tierras, con los campesinos sin tierra como asalariados. El excedente agrícola se vendía en las ciudades a cambio de productos industriales, dando origen a una nueva clase de comerciantes e industriales a pequeña escala llamados nepmen

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